martes, 17 de junio de 2014

Artrosis y Celulas Madre



La artrosis (osteoarthritis, OA) es una de esas enfermedades que, si bien no constituyen un riesgo para la vida de un animal, si pueden suponer - y, desgraciadamente, lo vemos a menudo - un deterioro tan importante en la vida de una mascota que finalmente concluya en la eutanasia.

Sin embargo, el proceso de la artrosis tiene un largo recorrido. Esta enfermedad, clasificada por la OMS como una de las cuatro primeras enfermedades que reducen los años de vida, ajustados por calidad, es una enfermedad articular degenerativa en la que participa la articulación afectada al completo, pero cuyo aspecto más relevante es la destrucción progresiva del cartílago articular. Esta destrucción se atribuye a menudo al desgaste natural, sin embargo, la relación que existe entre envejecimiento y OA es que el primero aumenta la susceptibilidad al desarrollo de la OA, pero por sí mismo no la causa. De hecho, son muchos los factores implicado en la OA, razones por las que se la considera una patología de origen multifactorial.
El cartílago articular es un tejido avascular y aneural y está constituido por una población celular muy escasa, los condrocitos, rodeados por Matriz extracelular cuya fracción fundamental son el agua, el colágeno y los proteoglicanos. La interacción entre el agua y los proteoglicanos proporcionan al cartílago su característica viscoelasticidad y su resistencia a las fuerzas de compresión, actuando como un amortiguador hidrodinámico, mientras el colágeno contiene fuerza de tensión ayudando a aumentar esta resistencia.
Cartilago Sano

Cartilago Artrósico

La degeneración del cartílago articular es el episodio clave en el desarrollo de la OA y tiene una etiología multifactorial. Entre los factores involucrados en su destrucción destacan los factores mecánicos y los mediadores biológicos, dos causas ligadas la una a la otra y que no se pueden tratar de manera independiente. Por un lado, las articulaciones en las que más se padece OA, las caderas, rodillas, hombros y codos, soportan el peso del animal y están sometidas a cargas mecánicas repetidas y localizadas. En una situación normal, la anatomía y fisiología de la articulación son capaces de disipar estas cargas sin que se produzcan alteraciones. Sin embargo, cuando estas son muy repetitivas o de alta intensidad, producen daños microscópicos en la matriz del cartílago articular, daños que los condrocitos son capaces de reparar, pero que, si el proceso continúa, terminan de forma irreversible en la degradación del tejido. Otra opción, es que, bajo factores mecánicos normales, ya exista una alteración química y mecánica (como la displasia) de la articulación, lo cual por una lado contribuye a una pérdida de lubricante que habitualmente existe entre las superficies articulares, el líquido sinovial, y por otro lado la síntesis de una gran variedad de mediadores biológicos de la inflamación por parte de los condrocitos (y otras células presentes en los tejidos articulares, por ejemplo, los sinoviocitos) aumenta los procesos catabólicos y se suma de forma sinérgica a los procesos mecánicos aumentando el desgaste articular.
 Debido a estos efectos (mecánicos y biológicos), se ha demostrado que el cartílago OA es hipocelular, debido a un aumento de muerte celular por apoptosis, está sometido a un aumento de estrés oxidativo y presenta una elevación de marcadores inflamatorios y catabólicos, lo que, a la postre, conduce a un desequilibrio entre los mecanismos de reparación y destrucción del tejido, dando lugar a su destrucción progresiva.
En concreto, existe un consenso en múltiples estudios de que en una articulación con OA se pueden encontrar cantidades elevadas de mediadores inflamatorios sintetizados por los condrocitos como diversas citoquinas pro‑inflamatorias (tales como la interleuquina-1β (IL-1β), o la Interleuquina 6 (IL-6), el factor de necrosis tumoral α (TNFα), el óxido nítrico y la prostaglandina E2, entre otros.


Tratamiento actual de la Artrósis
Actualmente, el tratamiento de la artrosis es multidireccional y principalmente sintomático. Lo cierto es que hasta el momento no se ha descubierto algo definitivo que cure y revierta la enfermedad.
Los tratamientos actuales son, y deben ser, mínimamente agresivos y se basan en alimentación específica, condroprotectores, AINE´s y, con suerte, fisioterapia, en la mayoría de los casos. Algunas técnicas algo más invasivas, como la limpieza articular vía artroscópica, son de gran efectividad en muchos casos, ya que se eliminan depósitos de fibrina y fibrilaciones sinoviales de la articulación, se corta el proceso cíclico inflamatorio, y, el curetage activa a los condrocitos a cicatrizar el tejido articular degenerado.
Sin embargo, también este procedimiento tiene una duración determinada, y, aunque la mayoría de los perros responden muy bien al lavado articular, no todos lo hacen de igual manera ni durante el mismo tiempo.
Hemos de recordar que el cartílago es un tejido sin vasculatura ni inervación, por ello, por un lado su reparación es complicada, ya que no tiene un aporte sanguíneo directo que le lleve los factores que otros tejidos si tienen a su alcance, por otro, cuando un animal con artrosis empieza a sentir dolor es porque alguna parte del cartílago ha desaparecido y se está estimulando el hueso subcondral, o bien, porque el proceso inflamatorio es muy fuerte (algo raro en la artrosis como tal).
Estos hechos han llevado a la medicina veterinaria a plantearse nuevos procedimientos y, algunos de ellos, como los factores de crecimiento y las células madre, están teniendo unos resultados prometedores. 
Por un lado, los factores de crecimiento aportan todo aquello que la falta de vascularización no puede, lo cual favorece la reparación del cartílago articular, lo que supone una disminución importante del dolor, y al fin, una mejora en la calidad de vida del animal, que es lo importante.
Las celulas madre, por su parte, son capaces de actuar en varios frentes de acción. En primer lugar, estas celulas son capaces de convertirse en condrocitos, y por tanto, formar un tejido sano en la zona afectada de la articulación. Además, se ven atraídas por todos las citoquinas y factores proinflamatorios, lo que hace que actúen de forma muy concreta en la zona lesionada. Por otro lado, son capaces de inhibir el proceso inflamatorio y actuar sobre los condrocitos dañados del cartílago ya que son capaces de liberar factores que estimulan a las células del propio tejido a recuperar un metabolismo y una funcionalidad fisiológica y a reparar los daños.
Efecto antiinflamatorio de las MSC: Imagen de Darwin J Prockop y Joo Youn Oh

Actualmente, son muchos los casos clínicos que describen la utilización de celulas madre, muchas veces en conjunto con factores de crecimiento,  como una de las terapias más efectivas para detener e inclusive revertir el proceso de la artrosis.