La artrosis (osteoarthritis,
OA) es una de esas enfermedades que, si bien no constituyen un riesgo para la
vida de un animal, si pueden suponer - y, desgraciadamente, lo vemos a menudo -
un deterioro tan importante en la vida de una mascota que finalmente concluya
en la eutanasia.
Sin embargo, el
proceso de la artrosis tiene un largo recorrido. Esta enfermedad, clasificada
por la OMS como una de las cuatro primeras enfermedades que reducen los años de
vida, ajustados por calidad, es una enfermedad articular degenerativa en la que
participa la articulación afectada al completo, pero cuyo aspecto más relevante
es la destrucción progresiva del cartílago articular. Esta destrucción se
atribuye a menudo al desgaste natural, sin embargo, la relación que existe
entre envejecimiento y OA es que el primero aumenta la susceptibilidad al
desarrollo de la OA, pero por sí mismo no la causa. De hecho, son muchos los
factores implicado en la OA, razones por las que se la considera una patología
de origen multifactorial.
El cartílago
articular es un tejido avascular y aneural y está constituido por una población
celular muy escasa, los condrocitos, rodeados por Matriz extracelular cuya
fracción fundamental son el agua, el colágeno y los proteoglicanos. La
interacción entre el agua y los proteoglicanos proporcionan al cartílago su
característica viscoelasticidad y su resistencia a las fuerzas de compresión,
actuando como un amortiguador hidrodinámico, mientras el colágeno contiene
fuerza de tensión ayudando a aumentar esta resistencia.
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Cartilago Sano |
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Cartilago Artrósico |
La degeneración
del cartílago articular es el episodio clave en el desarrollo de la OA y tiene
una etiología multifactorial. Entre los factores involucrados en su destrucción
destacan los factores mecánicos y los mediadores biológicos, dos causas ligadas
la una a la otra y que no se pueden tratar de manera independiente. Por un
lado, las articulaciones en las que más se padece OA, las caderas, rodillas,
hombros y codos, soportan el peso del animal y están sometidas a cargas
mecánicas repetidas y localizadas. En una situación normal, la anatomía y
fisiología de la articulación son capaces de disipar estas cargas sin que se
produzcan alteraciones. Sin embargo, cuando estas son muy repetitivas o de alta
intensidad, producen daños microscópicos en la matriz del cartílago articular,
daños que los condrocitos son capaces de reparar, pero que, si el proceso
continúa, terminan de forma irreversible en la degradación del tejido. Otra
opción, es que, bajo factores mecánicos normales, ya exista una alteración
química y mecánica (como la displasia) de la articulación, lo cual por una lado
contribuye a una pérdida de lubricante que habitualmente existe entre las
superficies articulares, el líquido sinovial, y por otro lado la síntesis de
una gran variedad de mediadores biológicos de la inflamación por parte de los
condrocitos (y otras células presentes en los tejidos articulares, por ejemplo,
los sinoviocitos) aumenta los procesos catabólicos y se suma de forma sinérgica
a los procesos mecánicos aumentando el desgaste articular.
Debido a
estos efectos (mecánicos y biológicos), se ha demostrado que el cartílago OA es
hipocelular, debido a un aumento de muerte celular por apoptosis, está sometido
a un aumento de estrés oxidativo y presenta una elevación de marcadores
inflamatorios y catabólicos, lo que, a la postre, conduce a un desequilibrio
entre los mecanismos de reparación y destrucción del tejido, dando lugar a su
destrucción progresiva.
En concreto,
existe un consenso en múltiples estudios de que en una articulación con OA se
pueden encontrar cantidades elevadas de mediadores inflamatorios sintetizados
por los condrocitos como diversas citoquinas pro‑inflamatorias (tales como la
interleuquina-1β (IL-1β), o la Interleuquina 6 (IL-6), el factor de necrosis
tumoral α (TNFα), el óxido nítrico y la prostaglandina E2, entre otros.
Tratamiento actual de la Artrósis
Actualmente, el
tratamiento de la artrosis es multidireccional y principalmente sintomático. Lo
cierto es que hasta el momento no se ha descubierto algo definitivo que cure y
revierta la enfermedad.
Los tratamientos actuales son, y deben ser, mínimamente agresivos y se basan en alimentación específica, condroprotectores, AINE´s y, con suerte, fisioterapia, en la mayoría de los casos. Algunas técnicas algo más invasivas, como la limpieza articular vía artroscópica, son de gran efectividad en muchos casos, ya que se eliminan depósitos de fibrina y fibrilaciones sinoviales de la articulación, se corta el proceso cíclico inflamatorio, y, el curetage activa a los condrocitos a cicatrizar el tejido articular degenerado.
Sin embargo, también este procedimiento tiene una duración determinada, y, aunque la mayoría de los perros responden muy bien al lavado articular, no todos lo hacen de igual manera ni durante el mismo tiempo.
Hemos de recordar que el cartílago es un tejido sin vasculatura ni inervación, por ello, por un lado su reparación es complicada, ya que no tiene un aporte sanguíneo directo que le lleve los factores que otros tejidos si tienen a su alcance, por otro, cuando un animal con artrosis empieza a sentir dolor es porque alguna parte del cartílago ha desaparecido y se está estimulando el hueso subcondral, o bien, porque el proceso inflamatorio es muy fuerte (algo raro en la artrosis como tal).
Los tratamientos actuales son, y deben ser, mínimamente agresivos y se basan en alimentación específica, condroprotectores, AINE´s y, con suerte, fisioterapia, en la mayoría de los casos. Algunas técnicas algo más invasivas, como la limpieza articular vía artroscópica, son de gran efectividad en muchos casos, ya que se eliminan depósitos de fibrina y fibrilaciones sinoviales de la articulación, se corta el proceso cíclico inflamatorio, y, el curetage activa a los condrocitos a cicatrizar el tejido articular degenerado.
Sin embargo, también este procedimiento tiene una duración determinada, y, aunque la mayoría de los perros responden muy bien al lavado articular, no todos lo hacen de igual manera ni durante el mismo tiempo.
Hemos de recordar que el cartílago es un tejido sin vasculatura ni inervación, por ello, por un lado su reparación es complicada, ya que no tiene un aporte sanguíneo directo que le lleve los factores que otros tejidos si tienen a su alcance, por otro, cuando un animal con artrosis empieza a sentir dolor es porque alguna parte del cartílago ha desaparecido y se está estimulando el hueso subcondral, o bien, porque el proceso inflamatorio es muy fuerte (algo raro en la artrosis como tal).
Estos hechos
han llevado a la medicina veterinaria a plantearse nuevos procedimientos y,
algunos de ellos, como los factores de crecimiento y las células madre, están
teniendo unos resultados prometedores.
Por un lado,
los factores de crecimiento aportan todo aquello que la falta de vascularización
no puede, lo cual favorece la reparación del cartílago articular, lo que supone
una disminución importante del dolor, y al fin, una mejora en la calidad de
vida del animal, que es lo importante.
Las celulas
madre, por su parte, son capaces de actuar en varios frentes de acción. En
primer lugar, estas celulas son capaces de convertirse en condrocitos, y por
tanto, formar un tejido sano en la zona afectada de la articulación. Además, se
ven atraídas por todos las citoquinas y factores proinflamatorios, lo que hace
que actúen de forma muy concreta en la zona lesionada. Por otro lado, son
capaces de inhibir el proceso inflamatorio y actuar sobre los condrocitos
dañados del cartílago ya que son capaces de liberar factores que estimulan a
las células del propio tejido a recuperar un metabolismo y una funcionalidad
fisiológica y a reparar los daños.
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Efecto antiinflamatorio de las MSC: Imagen de Darwin J Prockop y Joo Youn Oh |
Actualmente,
son muchos los casos clínicos que describen la utilización de celulas madre,
muchas veces en conjunto con factores de crecimiento, como una de las
terapias más efectivas para detener e inclusive revertir el proceso de la
artrosis.